Llegó la Cuaresma y con ella... ¡Los fariseos!
Por Alán Aviña
Hermosillo.- La mañana del miércoles, el primer fariseo (o chapayeca, en lengua Yaqui) recibió la bendición en la Ramada del Coloso Alto para iniciar su manda que durará la Cuaresma y la Semana Santa.
En total, según Lidio Valenzuela Álvarez, Fiestero Mayor, se espera que 200 fariseos reciban la bendición para recorrer las calles de Hermosillo, y para participar en los rituales.
“Este día estamos celebrando como lo hacemos año con año las santas tradiciones, las santas costumbres, que nos dejaron inculcados los compañeros pasados y antepasados, que trabajaron también en la Santa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, agregó.
La tradición de la Cuaresma y Semana Santa Yaqui, inició con la llegada de los Jesuitas al Noroeste de México, y contiene la forma del catolicismo y la esencia de la cosmovisión indígena basada en la cercanía con la naturaleza, indicó el antropólogo José Luis Moctezuma Zamarrón.
“Todo este ámbito del catolicismo nativo de Yaquis y Mayos está marcada por esta idea del Juya Anya, de donde vienen los fariseos, llamados chapayecas por los Yaquis, que son seres animalescos que pertenecen al Juya Anya, al monte, que entran al pueblo en busca de Cristo”, explicó.
Fue durante el Porfiriato, a finales del siglo XIX, época de mayor persecución contra los Yaquis, que inició la recreación de la celebración de Cuaresma y Semana Santa en Hermosillo. Los que se exiliaron en la hoy capital de Sonora, se vistieron de fariseos y armaron sus Ramadas que han perdurado.
Al intensificarse la persecución de Yaquis, los que estaban en Hermosillo se fueron a los pueblos circundantes, como El Tazajal, Molino de Camou, San Bartolo, entre otros, y ahí continuaron escenificando el ritual, incluso hasta hoy, explicó Moctezuma Zamarrón.
“Creyeron que estas formas nativas de ver el ritual, la religión, que iban a desaparecer y eran tan fuertes que hasta ahora el siglo XXI siguen funcionando más o menos con las mismas características de estos elementos prehispánicos, que no se dieron cuenta incluso en las noticias que llegaban al centro de México, ni a España, ni a Roma.
"La distancia que había con el Noroeste de México propiciaba que se pudieran incorporar estos rasgos prehispánicos que en otros casos eran totalmente prohibidos”, precisó.