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Problemas y oportunidades de la reforma judicial

Politizar la elección de los juzgadores es un movimiento en sentido contrario de lo que el diseño institucional recomienda.
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Manuel Valenzuela 01-07-2024

Manuel Valenzuela V.

Tengo la impresión de que, con el impulso a la elección abierta de ministros, magistrados y jueces como base de la reforma al Poder Judicial, tanto el presidente López Obrador como la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum están cometiendo un error histórico que marcará el sexenio de esta última y traerá enormes daños a la vida institucional del país.

En lo personal estoy de acuerdo que el actual Poder Judicial debe ser reformado para que cumpla mejor con la función asignada a ese poder en la teoría del Estado democrático moderno: salvaguardar el cumplimiento del "contrato social" expresado en la constitución y garantizar la división de poderes. Pero politizar la elección de los juzgadores es un movimiento en sentido contrario de lo que el diseño institucional recomienda. 

Los ministros, magistrados y jueces deben serlo por ser los más capaces e imparciales en la aplicación de la norma jurídica que deriva de la Ley Suprema, no de su popularidad y carisma. No son diputados judiciales, son técnicos, no políticos, y por tanto su selección debe ser producto de un proceso meritocrático avalado por la mayoría calificada de del órgano legislativo que representa la Unión, es decir el Senado.

Además, la propuesta parte de una premisa falsa: que la sola elección purifica de culpas a los candidatos electos. Si esto fuera cierto, el Congreso de la Unión sería un espacio de virtuosos y los gobernadores y presidentes municipales no serían corruptos. ¿Cree usted que esto es así? Yo tampoco.  

Seguramente muchas cosas del Poder Judicial deben ser reformadas, pero primero debiera partirse de un diagnóstico preciso del funcionamiento de los actuales integrantes y de la estructura misma con la que opera. Hay afirmaciones generales que si no se concretan no ayudan en nada a la construcción de algo mejor. Se dice por ejemplo que hay mucha corrupción en el Poder Judicial, pero ¿eso quiere decir que los más de mil 630 juzgadores son corruptos? De no ser así, ¿quiénes si los son? ¿pueden demostrarlo los acusadores? ¿Por qué no se les denuncia entonces y, de comprobarse su culpabilidad, se les separa de sus funciones y se les sanciona?

Lo mismo podría preguntarse sobre el nepotismo, el tortuguismo y todos los problemas que se dice que tiene el Poder Judicial, ver dónde está la falla en el diseño y corregirla con la reforma. Pero no es correcto llegar con la motosierra en la mano y acabar con todo lo que hay llevándose a lo buenos y a los malos por parejo. Eso no va a llevar a nada bueno. 

Respecto a lo propuesto, sin ser experto, me suena lógico separar a la Suprema Corte del Consejo de la Judicatura, incluso la de separar la administración del Poder Judicial de la vigilancia estricta de la disciplina y ética de los juzgadores (Tribunal de Disciplina Judicial), como se propone en la reforma. Me gusta también el señalamiento de plazos para resolver los asuntos en las diferentes instancias procesales, aunque me temo que el retraso no solo se debe a la falta de plazos sino también a la carencia de personal y de recursos, por lo que habría también que dotarlos de los recursos necesarios para que los plazos se cumplan. 

Por otro lado, no me suena que sea tan importante reducir de 11 a 9 el número de ministros de la Corte y creo que es un error eliminar las salas y pasar todo al pleno, pero creo que ahí, como en todo lo demás, hay que escuchar a los expertos y analizar las propuestas que se hagan. 

En resumen, creo que tiene la propuesta de reforma varias virtudes, y me parece que debe ser analizada y enriquecida con tiempo y con mucho cuidado para sacar de ese análisis la mejor propuesta con los consensos necesarios para que en verdad se enriquezca el funcionamiento de ese poder y sirva mejor a la república. Es un error presionar para que tenga que salir en septiembre por el deseo del presidente saliente de que la historia se lo reconozca a él y no a su sucesora.

A estas alturas del partido, cuando la virtual presidenta electa recibió un gran apoyo de los electores, disfruta de un bono de confianza aún de parte de los opositores y creo que lo está desperdiciando ya sea por ceder a los deseos del presidente saliente o tal vez por convicción propia, pero el resultado es el mismo. Esta es una excelente oportunidad para construir una reforma consensuada con la ayuda de los expertos y dar muestras de que es real y sincera cuando dice que quiere unificar a todos los mexicanos. 

Un signo positivo que ha mandado en otras áreas, como la selección de los miembros de su gabinete en base a un perfil de profesionales que conocen su área, lo opaca ella misma con las afirmaciones del parlamento abierto que está en marcha es básicamente para "dar difundir la propuesta y oír a los expertos, pero que la elección de los ministros, magistrados y jueces es irreductible". No es buena señal.