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La revolución educativa que México requiere

La Reforma Educativa es una prioridad nacional que México no puede posponer. Desde los niveles más básicos hasta la educación superior, es fundamental implementar cambios que respondan a las necesidades del siglo XXI.

Isidro Aguado Santacruz
Isidro Aguado Santacruz Archivo

por Isidro Aguado Santacruz

12/07/2024 15:32 / Uniradio Informa / Columnas / Actualizado al 12/07/2024

"Sólo la educación nos hace libres."
- José Vasconcelos

Por Isidro Aguado Santacruz

La educación en México enfrenta desafíos significativos que requieren una transformación profunda y visionaria. Mientras el país lucha por avanzar, la calidad y accesibilidad de la educación son cruciales para empoderar a las generaciones futuras y construir una sociedad más equitativa y próspera.

La Reforma Educativa es una prioridad nacional que México no puede posponer. Desde los niveles más básicos hasta la educación superior, es fundamental implementar cambios que respondan a las necesidades del siglo XXI. En primer lugar, es vital mejorar la infraestructura escolar. Muchas escuelas en zonas rurales carecen de recursos básicos como agua potable, electricidad y materiales educativos adecuados. Invertir en estas áreas es esencial para asegurar que todos los estudiantes tengan un entorno propicio para el aprendizaje.

Un buen amigo mío, Pedro, me relató una anécdota que ilustra perfectamente la situación actual de la educación en nuestro país. Hace unos años, Pedro decidió inscribir a su hijo en una escuela pública de la ciudad. La escuela, ubicada en una zona céntrica, parecía prometedora a primera vista.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de las múltiples carencias que aquejaban a la institución. Los maestros, aunque dedicados, trabajaban con recursos limitados y un plan de estudios que no se adaptaba a las necesidades contemporáneas.

Pedro notó que, a pesar del esfuerzo de los docentes, el sistema educativo estaba anclado en métodos obsoletos que no fomentaban el pensamiento crítico ni la creatividad. Los alumnos, en su mayoría, mostraban una apatía alarmante hacia el aprendizaje, reflejo de un sistema que no lograba inspirar ni motivar.

La historia de Pedro no es única. Es un reflejo de la realidad de miles de familias mexicanas que buscan desesperadamente una educación que prepare a sus hijos para los retos del futuro. La calidad de la educación en México ha sido un tema de preocupación durante décadas, y aunque ha habido avances, aún estamos lejos de alcanzar el nivel deseado.

Enseñar es uno de los verbos más cargados de significado y profundidad. El Diccionario de la Lengua Española describe este verbo como el acto de cultivar o mejorar las capacidades intelectuales o éticas del infante o del adolescente, mediante prácticas, principios o casos ilustrativos

Aquella definición es, no obstante, limitada, porque excluye la opción de que las personas mayores también puedan ser instruidas, reconociendo que también podría ser un proceso a largo plazo o que, dentro del contexto demográfico actual, puede realizarse en distintas etapas de la vida y con diversos objetivos.

En las últimas décadas, en México se adoptó una perspectiva de la enseñanza enfocada principalmente en el desarrollo de habilidades profesionales y competitivas para la vida laboral y productiva, siguiendo una orientación que favorece la formación de "capital humano" con las competencias necesarias para enfrentar las exigencias de mercados cada vez más desiguales y concentradores de la riqueza y los recursos.

Claramente, la interrogante ante esto es qué clase de enseñanza se necesita y qué metodologías y temas son los adecuados para progresar hacia un sistema escolar integral que, sin descuidar los requisitos para desarrollar habilidades profesionales, pueda promover y, efectivamente, pueda revitalizar principios fundamentales para la democracia como la aceptación, la equidad, el acatamiento de las leyes y la autoridad, así como la cooperación entre individuos y grupos.

El artículo 3º de nuestra Constitución es un faro orientador en este aspecto, ya que concibe la instrucción como un método para fomentar y alcanzar el avance espiritual de la población, y esto demanda mucho más que habilidades técnicas y teóricas, requiere también una sólida educación ciudadana en apoyo al secularismo, a la variedad y la heterogeneidad, junto con una firme postura a favor de los derechos humanos.

Una enseñanza genuinamente popular será aquella que fomente el afecto por las localidades, la recuperación y la salvaguardia de costumbres que integran el legado cultural de la nación, del rescate y promoción de las lenguas autóctonas y del arraigo, conocimiento, protección y conservación del entorno natural.

Simultáneamente, México muestra un considerable rezago en la innovación científica de vanguardia y también en el progreso de tecnología propia en prácticamente todos los campos del conocimiento. Por tanto, se requiere un renovado estímulo tanto económico como para la creación de un nuevo plan nacional de desarrollo científico y tecnológico que nos permita superar los desafíos en áreas prioritarias: producción energética, todos los aspectos relacionados con el bienestar, la prevención y manejo de crisis, así como en ámbitos de las ciencias humanas, en lo que atañe a la edificación de urbes inclusivas y, sobre todo, la promoción de una nueva cultura de paz y convivencia armoniosa.

En este contexto, es de suma importancia que la recientemente elegida Presidenta, Claudia Sheinbaum, haya optado por elevar a nivel ministerial al Conahcyt; lo cual también representará el desafío de garantizar una adecuada coordinación con la red de instituciones académicas públicas y privadas, así como con los centros de investigación y desarrollo tecnológico para fortalecer la educación superior; además de colaborar efectivamente con la SEP.

Indudablemente, para la actual presidenta electa, establecer un nuevo sistema educativo nacional como el mencionado será uno de sus mayores desafíos y, si lo logra, uno de sus mayores éxitos. Porque se trata de una prioridad urgente: más de un millón de niños y niñas están fuera del sistema educativo básico; solo siete de cada diez acceden al bachillerato y únicamente 33 de cada 100 ingresan a la educación superior. Hay casi 30 millones de adultos mayores de 15 años que no han completado la educación básica y, entre ellos, más de 4 millones son analfabetos.

Educar para el bienestar y la felicidad de las personas sigue siendo uno de los grandes desafíos pendientes en nuestra nación. Se necesita una verdadera revolución educativa en México para asegurar un futuro próspero y equitativo para todas y todos, excelente fin de semana.

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