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El plato caricatura

¿Un pato comiendo pollo? En ocasiones, basta con cambiar la pieza de carne que usamos para darle un giro a lo que cocinamos.
Pollo al horno Internet

@chefjuanangel

Empotrado en la gruesa y blanca pared de adobe, estaba el triste mueble de madera sin terminar, con tres entrepaños que sostenían una radiograbadora Goldstar, un televisor de perilla marca Sony y una videocasetera cromada de último modelo que guardaba encima unos cuantos casetes VHS rotulados a mano: "Dumbo y Pinocho", "La Cenicienta y puras de Micky" y "Las del Pato Donald".

-Juan Ángel, pon la del Pato, donde come pollo- insistió mi hermano, y así cada vez que íbamos a ver la televisión.

Tomé la máquina de regresar casetes, que por cierto tenía forma de carrito, metí la cinta y le aplasté "REWIND".

Habías dos cosas de esa caricatura que llamaban poderosamente la atención:

  1. Un pato (Donald)... ¡estaba comiendo pollo!
  2. Nunca en mi vida había comido pollo entero al horno, tal como lo hacía el pato con sus sobrinos: Hugo, Paco y Luis.

-Miren lo que les traje- exclamó papá con emoción mientras ponía una pesada bolsa de plástico sobre la mesa, mi hermano y yo corrimos a ver desesperadamente -¡Nos trajerooon otra caricaturaaa, es de Bambi el venadito!- gritó Noé, mi hermano; cada diciembre, los familiares que venían de los Estados Unidos a la Capital del Mundo, traían nuevas películas de Disney para engrandecer nuestro acervo que inició con 3 que vimos todas las tardes durante 365 días -¡Mira mamá, hay un polloooo!- Sí, para mi sorpresa, había un pollo entero dentro de la bolsa, estaba congelado y crudo -¡Déjalo afuera viejita, lo vamos a hacer mañana!- Siguiendo las órdenes de papá, mi mamá colocó el pollo en el lavatrastes, donde durmió toda la noche.

Aquella madrugada sentí en el estómago las mismas mariposas turbulentas que revoloteaban cuando iba a entrar a la escuela o me presentaría para recitar en la plaza el 20 de Noviembre. No pude dormir durante toda la noche, pensando que por primera vez comeríamos un pollo entero. A las 3 de la mañana desperté al baño y aproveché para ir a la cocina, el pollo aún estaba hecho una piedra.

Al despertar, mamá ya lo había sacado del empaque - Mira Juan Ángel, hay que quitarle las menudencias, aquí trae una bolsita con su hígado, buche, pancita y corazón; después hay que enjuagarlo- Mi mamá empezó a explicarme cómo lo íbamos a cocinar, y en ese momento sucedió lo que cambió mi vida -Juan Ángel, prende el horno ¡Mira bien!, gira la perilla y mete el encendedor con cuidado- Era la primera vez que iba a hornear por cuenta propia, la primera vez que tuve el poder y la confianza para encender el horno, un trabajo de adulto.

-Lo vamos a rellenar con chorizo...- Mi mamá empezó a sancochar 200 g de chorizo de res, mientras yo cortaba manzana, apio y zanahoria, después de integrar todo en un tazón me pidió que lo metiera en la cavidad del pollo y le untara mantequilla con ajo a toda la pieza. Con mis propias manos metí el recipiente al horno y aquella mañana me senté frente a él, para ver a través del cristal de la puerta cómo se cocinaba lentamente. ¡Se trataba de un pollo real, igual al de las caricaturas!-

En ocasiones, basta con cambiar la pieza de carne que usamos para darle un giro a lo que cocinamos, en mi casa estábamos acostumbrados a comer pollo en muslitos, pero cuando nos presentaron la versión completa, nos sentimos de clase alta.

Chef Juan Ángel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.

 

 

 

 

 

 

 

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